DIARIO DE UN OCIOSO
Domingo, 21 de mayo de 2017
Pese a las muchas horas invertidas en su estudio, nadie
conoce las razones por las que se produce la llamada “ansia de chino”. Lo
cierto es que el “ansia de chino” se produce de manera recurrente sin que se
conozcan las causas que la desencadenan y su efecto más conocido es una
necesidad imperiosa de comer en un restaurante chino. Las víctimas habituales
del “ansia” – no nos afecta igual a todos – sufren en silencio sus efectos. La
confianza que me une a María José, no obstante, hace que compartamos las más
íntimas afecciones y el viernes nos dimos cuenta que ambos estábamos aquejados
de una superlativa “ansia de chino”. Lo solucionamos con una sensacional comida
en el “Memorias de China” que ha solucionado – aunque sabemos que sólo es
temporalmente – nuestra afección.
Mis recuerdos de la Avenida de la Luz son pocos. La recuerdo
– ya en su decadencia – como una zona oscura y sucia, refugio de los restos de
noches inciertas, cuando – siendo yo un niño – me encontraba con mis compañeros
de excursión los sábados o los domingos a primera hora, antes de coger el tren
con destino a alguna montaña a la que subir. También recuerdo el cine – en la
época que lo recuerdo ya convertido en Cine X – como un sitio poco recomendable
en el que querría entrar pese a que no me atrevía a hacerlo. Ahora, la Avenida
de la Luz, desaparecida como centro comercial subterráneo, forma parte de una
tienda de perfumes de un centro comercial y el cine desapareció poco antes de
los Juegos Olímpicos de Barcelona. Desde el viernes, una exposición de video
arte vinculada al Festival Loop, Underloop lo recupera con una muestra de
cinco artistas emergentes comisariada por Amanda Masha Caminals. Recuperar el
espacio es curioso y la exposición aprovecha al máximo las características del
espacio y exhibe obras que reflexionan sobre la evolución de los entornos.
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