DIARIO DE UN OCIOSO
Domingo, 13 de diciembre de 2015
Nos levantamos tarde. Hoy el salón del desayuno está más
concurrido – dos o tres parejas, ningún grupo -. En el barrio, cerca del hotel, hay un par de
casas visitables.
Empezamos con la casa museo Van Loon. Construida en 1672, la
casa fue redecorada en 1757 con un estilo Luís XV que se ha conservado hasta
nuestros días. Es interesante ver que hay tras las fachadas, la distribución de
las casas y las maneras de vivir. De nuevo, el contacto con el pasado, nos
ayuda a entender la configuración de la ciudad actual. Paseando por la casa,
nos sentimos dentro de un episodio del Downton Abbey holandés, la cocina, las
puertas ocultas, los pasillos de servicio, los salones... El jardín interior
nos descubre una Amsterdam oculta y poco accesible para el visitante (leo en
algún sitio que en junio hay una jornada de jardines abiertos).
Justo enfrente está la otra casa que es posible visitar. Aún
no ha abierto y hacemos tiempo visitando una exposición en el Foam. “We may have
meet before” es una exposición de fotografía contemporánea china.
Interesantísima.
La segunda casa es el Museum Geelvinck Hinlopen Huis.
Construida en 1687 sólo es parcialmente visitable. El jardín es impresionante y
también destaca la colección de pianos.
No demasiado lejos está el Heineken Experience. La visita a
la antigua fábrica Heineken es instructiva y muy entretenida. A lo largo de
casi dos horas, aprendemos sobre la elaboración de la cerveza, sobre la
historia de la marca, jugamos y bebemos cerveza. María José – que no bebe –
también lo pasa bien. La visita acaba con una ruta en barco por los canales a
bordo de un barco de la marca. De nuevo, ver la ciudad desde los canales – y a
ritmo lento – nos da una nueva perspectiva.
Comemos una hamburguesa – buena – en Burger Time (Halve
Maansteeg, 19. Amsterdam), hacemos un par de compras y paramos en The Saint (Regulierssteeg, 2. Amsterdam).
Tras la visita al Coffe Shop, toca volver al hotel para la
habitual parada técnica de estas horas. Siesta.
Paseo nocturno por el barrio de Jordan. Me sorprende y me
gusta la ausencia de límites ni separaciones entre lo privado y lo público. El
paseo es muy agradable. Poca gente en la calle, locales agradables y frío
aceptable.
Cenamos en el Caramba (Lindengracht 336, Amsterdam). Pese a
que la carta es algo extraña (platos mexicanos y argentinos se mezclan sin
rubor), la comida es excelente y el ambiente – con expatriados con diferentes
acentos hispanos y un buen guitarrista
ambientando con gusto – delicioso. Tras cenar, apuramos nuestras últimas horas
en la ciudad con un paseo nocturno de vuelta a casa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario