07 diciembre 2014

DIARIO DE UN OCIOSO
Domingo, 30 de noviembre de 2014

Planificamos el día en el vacío salón del hotel mientras desayunamos. Hora de salir a la calle, ha dejado de llover.  Paseamos un buen rato por el rastro y después nos acercamos hasta el Espacio de la Fundación Telefónica para ver “Paco Roca. Viajante ambulante”. Aprovechamos para echar un vistazo al resto de exposiciones que hay en este fantástico espacio. “Nikola Tesla. Suyo es el futuro” y “Ferrán Adrià. Auditando el proceso creativo” son dos grandes exposiciones y ambas merecen mucho más tiempo del que les podemos dedicar. También visitamos la exposición “Historia de las telecomunicaciones” que nos recuerda un pasado tecnológico no tan lejano”. Tenemos otra cita con el pasado y seguimos con nuestro paseo.


Al salir caminamos hasta la antigua parada de metro de Chamberí. Cerrada en 1966 la estación se conservó con los elementos originales hasta que fue reabierta – ya como museo – en el año 2008. Un fantástico viaje en el tiempo.


La caminata ha sido larga. Recuperamos fuerzas en el Muta (Ponzano, 10. Madrid. Teléfono: 91 2509887). Pese a su curiosa decoración – la barra, la cocina, los servicios… están hechos con cajas de madera – nos decidimos por él entre las muchas ofertas que la calle ofrece. No nos equivocamos. La comida – alcachofas fritas, queso del roncal y un chuletón enorme acompañado de piquillos y patatas fritas – resulta deliciosa.

Siesta gigante. Volvemos a la carga para pasear por el centro y ver la decoración navideña de la ciudad. Cenamos un par de tapas en el Mercado de San Miguel. Sigue siendo una interesante opción… pero me gustó mucho más en nuestra primera visita hace unos años.  Creo que no es la falta de novedad, es más bien la perversión de un modelo de calidad que me pareció muy cuidado hace unos años y que ahora me parece que busca el dinero fácil de la visita turística.



Agotados, volvemos a casa para descansar. Paramos, ya cerca del hotel,  para hacer una última copa en el Restaurante Martinete (Plaza del Marqués de Salamanca, 9. Madrid). El restaurante, en el que hemos aterrizado por casualidad (la verdad es que parece muy agradable desde la calle), es todo un descubrimiento. No tendremos tiempo para volver y probar su cocina, pero nos apetece hacerlo. Quizá la próxima vez.




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