11 noviembre 2013

DIARIO DE UN OCIOSO
Viernes, 8 de noviembre de 2013

Aterrizamos en Berlín. Tenemos hambre y, de golpe, también frío. El recorrido del autobús que nos lleva a Alexanderplatz nos sirve para empezar a situarnos en una ciudad que, desde este primer contacto, nos parece triste.

Ya en la plaza paramos para atender las necesidades más perentorias y – ya que ni la hora ni la situación aconsejan una comida más completa – nos hacemos con un clásico de la gastronomía callejera local: un currywurst. Una vez saciados – que no satisfechos – seguimos nuestro camino –esta vez en metro – hasta nuestro hotel. El metro destila la misma tristeza espartana que la recepción del hotel (NH Berlin Heinrich Heine. Heinrich-Heine-Platz 11, 10179 Berlin). La habitación (en realidad un pequeño apartamento), en cambio, resulta acogedora.

Ha oscurecido y Berlín es una ciudad oscura (si la comparamos con Barcelona o Londres su iluminación es escasa). Damos un paseo por los alrededores de Alexanderplatz y después paseamos por Charlottenburg. Hace cada vez más frío y el largo paseo acabará pasándome factura. A la hora de cenar – y siguiendo las recomendaciones de Ignacio – nos acercamos al Essen Fassen pero por desgracia no cobran con tarjeta de crédito y no nos quedamos. Cenamos justo al lado, en “La tía rica” (Knesbeckstr, 92. Berlín), un restaurante chileno donde se come muy bien.


Salimos reconfortados por el calor del local y la estupenda comida. Nos apetece conocer más una ciudad que justo empezamos a descubrir y que parece que con la noche ha revivido, pero no hay fuerzas para más. Volvemos al Hotel para descansar. Al llegar aparecen los primeros síntomas del resfriado que acabo de adquirir y que me acompañará durante el resto de mi estancia en Berlín, sin lugar a dudas es lo peor que me llevaré de este viaje.


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