20 junio 2013

DIARIO DE UN OCIOSO
Miércoles, 19 de junio de 2013


23 años juntos. María José y yo conseguimos robarle minutos a un día laborable para celebrarlo. A mediodía nos encontramos en el Cañete. Felices – como siempre tras una visita al Cañete –, damos un paseo por el centro con parada en el Jardín de la Casa Ignacio de Puig, un pequeño oasis en el centro de la ciudad.


Por la noche, decidimos rematar el día asistiendo a una fiesta que un hotel cercano a Graceland (el Renaissance Barcelona Fira) organiza en su terraza.

Reviso en la vigésimo segunda edición del el Diccionario de la Lengua Española editado por la Real Academia Española el significado de “fiesta” y compruebo, con alivio, que no ha cambiado. Ayer, en el hotel, llegue a pensar que si. La invitación que recibí – yo suponía que como agradecimiento por haber publicado un par de artículos sobre el hotel en un blog – me anunciaba una “noche llena de sorpresas”.

Si soy sincero, lo que me dieron se ajustó mucho a lo que el texto prometía. La primera sorpresa fue que no nos recibió un camarero con una copa de cava – o de lo que sea – de cortesía (creo que actualmente hasta en las fiestas infantiles te la ofrecen) y que, a cambio, tuve que pasarme más de diez minutos en la barra para que me cobraran las consumiciones que pedimos (la cobertura del sistema de cobro por tarjeta, dijeron). También fue una sorpresa la magnitud del evento: un émulo de Pep Bou con problemas, el equipo de sincronizada del Hotel (mermado, sin duda, por las lesiones) y un grupo de música – que, lo siento, no podía más, no me quede a ver-. Por suerte el sitio es fantástico, las vistas impresionantes (aprovechamos para hacer alguna foto) y ya me tenían ganado como cliente. Volveré, pero con promociones como las de ayer, estoy seguro que pierden más clientes que ganan.




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