DIARIO DE UN OCIOSO
Miércoles, 19 de junio de 2013
23
años juntos. María José y yo conseguimos robarle minutos a un día
laborable para celebrarlo. A mediodía nos encontramos en el Cañete.
Felices – como siempre tras una visita al Cañete –, damos un
paseo por el centro con parada en el Jardín de la Casa Ignacio de
Puig, un pequeño oasis en el centro de la ciudad.
Por
la noche, decidimos rematar el día asistiendo a una fiesta que un
hotel cercano a Graceland (el Renaissance Barcelona Fira) organiza en
su terraza.
Reviso
en la vigésimo segunda edición del el Diccionario de la Lengua
Española editado por la Real Academia Española el significado de
“fiesta” y compruebo, con alivio, que no ha cambiado. Ayer, en el
hotel, llegue a pensar que si. La invitación que recibí – yo
suponía que como agradecimiento por haber publicado un par de
artículos sobre el hotel en un blog – me anunciaba una “noche
llena de sorpresas”.
Si
soy sincero, lo que me dieron se ajustó mucho a lo que el texto
prometía. La primera sorpresa fue que no nos recibió un camarero
con una copa de cava – o de lo que sea – de cortesía (creo que
actualmente hasta en las fiestas infantiles te la ofrecen) y que, a
cambio, tuve que pasarme más de diez minutos en la barra para que me
cobraran las consumiciones que pedimos (la cobertura del sistema de
cobro por tarjeta, dijeron). También fue una sorpresa la magnitud
del evento: un émulo de Pep Bou con problemas, el equipo de
sincronizada del Hotel (mermado, sin duda, por las lesiones) y un
grupo de música – que, lo siento, no podía más, no me quede a
ver-. Por suerte el sitio es fantástico, las vistas impresionantes
(aprovechamos para hacer alguna foto) y ya me tenían ganado como
cliente. Volveré, pero con promociones como las de ayer, estoy
seguro que pierden más clientes que ganan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario