“Els badocs més importants, més absoluts, més químicament
purs, són els que badén mirant a terra”.
Josep Pla.
Josep Pla.
“El Quadern Gris”
DIARIO DE UN OCIOSO
Sábado, 18 de mayo de 2013
Cada cierto tiempo, busco elaboradas excusas para compartir
una cerveza y un buen rato con amigos y conocidos. La última es un modesto
ciclo de cine documental (musical o con un agradable tufillo freak), bautizado con
un pomposo nombre – Graceland’s Underground Documentary Nights – . La primera
sesión, con poca afluencia de público, fue todo un éxito. La historia que
cuenta “Searching for Sugar Man” es tan buena que parece mentira. El personaje,
su sencillez, su capacidad de enfrentarse a un pasado, que podía haber sido y
no fue, y a un presente, que nos
superaría a la mayoría, es admirable. Pero a mí, como freaky de la música, me
interesa, sobretodo, la historia de unos fans, de su pasión y su
descubrimiento. “Searching for Sugar Man” también habla del poder que tiene la
música de cambiar cosas, desde estados personales a asuntos colectivos. Su
visionado tenía que servir para preparar el concierto de Rodriguez en el
Primavera Sound. La noticia del aplazamiento del concierto, que llegó la mañana
siguiente, no empañó las buenas sensaciones cosechadas por la noche. El mes que
viene, volvemos a la carga.
Llego al final de la semana con la barra de energía a cero.
Pereza horrible, lo único que me apetece es vegetar en el sofá mientras que en
la tele se suceden episodios de un programa en el que individuos de
cuestionable catadura moral luchan por trasteros llenos de basura con el único
objetivo de ganar dinero.
María José
consigue arrancarme de tan triste destino. Paseo por el Raval y cena –
estupenda – en el Cañete (Unió, 17. Barcelona). Esta vez cambiamos la barra por
el mantel. María José dice que el nuevo local tiene aire de restaurante de
vagón de tren en una película de Agatha Christie. -“Con un toque cañí” – Añado. El decorado
cuidado con cariño, la ambientación musical, el servicio amable y cercano que
siempre ha caracterizado a la casa y, sobretodo, una cocina deliciosa, nos
volvieron a cautivar. Clásicos del Cañete y platos nuevos conviven en una carta que es distinta a la de
su hermano canalla. El Cañete – mantel – es un pequeño bistró que vale la pena
visitar.
Con las pilas recargadas – parece mentira lo que puede hacer
una cena en buena compañía – volvemos a casa paseando por una ciudad que está pendiente de la
final de copa entre los dos equipos de Madrid. Es obvio que la mayoría de la
población local quiere que ganen los colchoneros, yo también. Estamos a punto
de coger un taxi, cuando los gritos nos avisan de que el Atlético de Madrid se
ha adelantado. Llego a casa a tiempo de ver los últimos minutos. La derrota del
Real Madrid supone el final de un proyecto basado en el dinero y en la victoria
a cualquier precio. Espero que, esta vez sí, sea el final de una manera triste
de entender este deporte.
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