21 marzo 2013


DIARIO DE UN OCIOSO
Jueves, 21 de marzo de 2013

Deambulamos por la semana hasta que el fin de semana llega para sacarnos de nuestro letargo. Y, si el tiempo y las actividades acompañan, dos días de tranquilidad nos compensan del ruido y la furia que hemos sufrido durante los otros cinco.

Sábado noche. Salimos a cenar con Jordi y María. Probamos el LLamber (c/Fusina, 5 Barcelona. Teléfono: 93 319 62 50). Se define como taberna gastronómica y ofrece platillos y tapas (con inspiración asturiana).  Pese a que el local es grande, conviene reservar ya que el sábado estaba a tope. Empezamos con unos cuantos entrantes: Anchoas con pan dulce de escanda y queso La Peral (de las mejores que he probado, también de las más caras), Bonito marinado en salsa teriyaki , pesto de rúcula y piñones (impresionante), croquetas caseras (muy buenas) y una tabla de quesos asturianos y catalanes (generosa). Hacemos segundos individuales, pero acabamos compartiendo: Arroz guisado con foie, morcilla de burgos con chipirones, solomillo de cerdo curado en casa relleno de Rey Silo y Alitas de pollo. Todos los platos están bien presentados y se hace difícil decidir con cual quedarse. Rematamos con un par de postres y cafés y salimos muy satisfechos (el precio, unos 35 € por persona, me parece muy correcto por lo bien que se ha comido).

La morcilla con chipirones, la foto es de María José

La noche continúa en – un clásico – “The Black Horse”. Cervezas y recuerdos. Son muchas las horas que hemos pasado aquí y, con Ricardo sentado a la mesa, lo recordamos.

Y para rematar la noche, decidimos ir al Magic. La música es buena y, poco a poco, se va llenando. Hacemos fotos, bailamos (unos más que otros) y reímos. En el fondo somos muy básicos y, desde que éramos adolescentes, nos ponen una lámpara de luz negra y somos capaces de pasarnos horas poniendo caras,  enseñando los dientes, sorprendiéndonos de lo mil veces visto y riendo mucho por ello. En el pasillo del Magic hay una… no hace falta decir nada más.

Al volver de uno de mis múltiples viajes al lavabo, me encuentro con que Jordi, María y María José se han confabulado con los empleados de seguridad del local para implicarme en actividades ilícitas. Me encierran en un cuarto para que vea la grabación de mis presuntos actos delictivos. La situación es ridícula pero – lejos de molestarme – me divierte. Una  vez aclarado que se han equivocado de persona – disculpas e invitación a copas incluidas -, nos prometemos amistad eterna y vuelvo a la sala a pasarlo bien (y con una anécdota que contar).

Volvemos a casa muy tarde, como cuando éramos jóvenes y nos reíamos más. 

No hay comentarios: