12 septiembre 2011

DIARIO DE UN OCIOSO
Lunes, 12 de septiembre de 2011

Los años y la distancia física, en vez de apagar el cariño, lo han acrecentado. Nos vemos poco, pero nos queremos cada vez más. Hace unos meses Gloria nos invitó a su boda y, pese a ser lejos, no dudamos en apuntarnos para poder acompañarla en un día tan especial.

Sábado. Muy pronto por la mañana. Suena el despertador después de una noche de calores, sueño ligero y - no pesa decirlo - ese estado de excitación que, cuando éramos pequeños, teníamos la noche antes de salir de excursión. Nos levantamos y, mientras María José coge el coche y se va a buscar a Víctor y Laura, yo me ocupo de Cass y dejo la casa preparada para recibir a Eli y Cesc que serán los canguros de Cass este fin de semana.

El viaje hasta Denia es largo pero la música, una parada estratégica para desayunar - no tan mal como esperaba - en una área de servicio y las conversaciones - que no pararán durante todo el fin de semana - lo hacen más ameno. Cansados, dejamos las cosas en el hotel y nos encontramos con Gloria, con Arturo y con alguno de sus invitados en el mercado de Denia. Abrazos, alegría por el reencuentro y por el momento que vamos a vivir, presentaciones y primeras cañas en el bar Bonanza.

Ellos tienen mucho que hacer antes de la boda. Así que, tras recomendarnos que comamos en Els Tomassets (Loreto, 35 Dénia), nos dejan. El festival empieza con un pan impresionante (acompañado con tomate y all i oli) y un surtido de entrantes (embutidos, pescadito frito, mejillones...) Para rematar, un arroz caldoso que estaba buenísimo.

Pequeña siesta y taxi hasta la playa que es donde se celebra la boda. Con arena en los pies y disfrutando del soleado día, acompañamos a Gloria y Arturo con familia y amigos. Después foto de grupo en la playa y fiesta en en Restaurante Primera Línea (Mussola, 36. Dénia). Música, mucha comida, fiesta, copas, diversión...  

Cuando ya no podemos más, renunciamos al coche que nos ofrecen para volver al Hotel y lo hacemos paseando por la orilla. Pese a que el medio kilómetro prometido es algo más (unos tres kilómetros), la noche es agradable y el paseo una gozada. La noche no podía acabar mejor.

Por la mañana, con poca resaca y todavía mucho cansancio, desayunamos y salimos. El viaje es igual de agradable que a la ida pero paramos a comer en l'Ampolla. Tras preguntar a una lugareña, nos decidimos por Can Piñana (avinguda Marítima Ramón Pous, 3 l'Ampolla). Entrantes (todos muy buenos) y un arroz a banda (cojonudo, el mejor que me he comido en mucho tiempo). Ya tenemos fuerzas para el tramo final del viaje. Agotados pero felices llegamos con tiempo para dormir antes de volver a dormir. Ha sido un gran fin de semana.

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