16 julio 2011

DIARIO DE UN OCIOSO
Sábado, 16 de julio de 2011

Jueves noche. Me encuentro en la Esquinica con Jordi P., Carlos y Toni. He trabajado con ellos, en diferentes momentos y en diferentes empresas (en total en cuatro empresas). Naturalmente, entre tapa y tapa, hablamos de trabajo (para dos de nosotros ya ex trabajo), de anécdotas de trabajo y de lo malos que son los jefes.

Los pubs de barrio son una de esos agujeros en el espacio-tiempo en los que todo sigue igual que hace veinte años. El Adn (decoración curiosa, música que ha superado – extrañamente – la barrera y suena bastante actual, un gran cartel de Kiss presidiendo la barra, photoplay, pipas para acompañar la cerveza... ) acoge las primeras copas. Seguimos en el Amilcar, 49 (decoración todavía más curiosa, cabeza colgando sobre la barra – “este no pago”, es la broma que tampoco con nosotros se ahorra el camarero -, un Theatre of Magic, una photoplay, “barreja” para picar, música viejuna elevada a la categoría de clásicos). Después de despedirnos de Toni y Carlos, Jordi y yo hacemos nuestro habitual paseo en busca de la que sobra – que no llegará – hoy bajo la lluvia.

A mi derecha, entre las fotos que acumulo por motivos diversos, hay una foto de José Val del Omar. La foto pertenece a la cartelería de la exposición que hace un par de días inauguraron en la Virreina Centre de la Imatge. Mi primer contacto con la obra de Val del Omar me llegó de la mano de los Lagartija Nick que, en 1998, publicaron un disco que llevaba su nombre y que siempre ha sido uno de los que más me han gustado – y me gustan muchos – del combo granadino. El disco tenía letras de José Val del Omar pero, sobretodo, sirvió para descubrirme las muchas caras de su obra. Desde entonces, lo he ido buscando, encontrando y descubriendo poco a poco. “Desbordamiento de Val del Omar” es, por eso, un buen regalo para mí. La exposición, que sobretodo se centra en su obra cinematográfica, es interesante para descubrir a uno de los malditos del cine español. Yo seguramente repetiré ya que la oportunidad de ver “Aguaspejo granadino” en las condiciones en las que se puede ver en la Virreina, difícilmente se repetirá.

No es muy habitual en Barcelona que, con la cerveza, te pongan una tapa. Por eso me ha alegrado mucho que en el bar “Cinco Hermanos” (Barcelona esquina Riera de la Creu de l’Hospitalet), en el medio de una mañana de compras, a María José y a mi, nos hayan puesto una tapa de callos con la cerveza. Parece que han abierto hace poco. Volveremos.

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