24 enero 2011

DIARIO DE UN OCIOSO
Lunes, 24 de enero de 2011


Desde que tengo uso de razón – y son más años de los que puedo contar con los dedos de manos y pies - oigo hablar de la decadencia de Barcelona. Desde aquel Titánic que se hundía de los ochenta y del que cronistas de todo pelaje no paraban de hablar, hasta el actual estado en el que me siento como el protagonista de The Walking Dead – eso sí, cambiando los paseantes, por barceloneses enfadados debido a la deriva inaceptable que ha tomado el rumbo de la ciudad- rodeado de seres que gruñen con desesperación.

Tantos años de decadencia continua deben habernos llevado a un estado de degradación de dimensiones épicas. Que lástima que – como en otras muchas cosas – me perdí los años de vacas gordas... la Barcelona de ahora debe ser algo así como la Gotham City de Batman Begins, entonces – en esos días de vino y rosas que yo nunca viví - debía ser la ostia, un paraíso en la tierra, la maravilla de las maravillas... una gozada sin sombras en el que todo era mejor que lo que ahora tenemos.

Y creo yo que no hay para tanto. Barcelona sigue siendo una ciudad llena de cosas para disfrutar, sigue siendo una ciudad viva, vital y llena de nuevas iniciativas. Divertida, irritante, llena de rincones para descubrir, novedades con las que sorprenderse, ideas por las que apasionarse, calles - y gente - que patear... Por supuesto, si el barcelonés cabreado – y cada vez sois más – se pone a buscar cosas para cabrearse, acabará por encontrarlas. Allí han estado siempre y allí seguirán estando durante mucho tiempo. En Barcelona hay de todo y, si buscas, encuentras.

Tengo la impresión de que muchos de los que se quejan, son los que no viven la ciudad (porque es peligrosa, porque está sucia, porqué está llena de guiris – y/o emigrantes, en caso de “yonosoyracismo”-, porque ya no es como antes o porque antes si que era guay...). Se quejan del transporte público, del bicing, de las motos y del poco espacio que hay para aparcarlas, de las normativas municipales y de la permisividad del Ayuntamiento, de la delincuencia y de la presencia policial, de lo caros que son los restaurantes y de lo bien que se come en el campo... se quejan, en definitiva, de todo lo que se mueve... y de lo que está quieto, también. Y mientras se quejan se pierden la ciudad que sigue viviendo, creciendo y mutando pese a que eso también les moleste.

Un poco de crítica está bien y es necesaria – de hecho es uno de los motores que siempre nos ha propulsado –, pero esta actitud de eterno enfado, no es nada positiva y evita que se disfrute de una de las mejores ciudades en la que he tenido la suerte de estar.

Barcelona está viviendo un momento de éxito internacional sin precedentes y la actitud de muchos barceloneses es, al final, como cuando el grupo que nos ha gustado desde siempre es descubierto por el gran público, y, sacando a ese ruin que todos llevamos dentro – y el que diga que no, miente como un canalla –, decimos aquello de: “el primer disco era mucho mejor”.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Tienes toda la razón, no se porqué tenemos la manía de criticarlo todo, estoy harto de escuchar quejas sobre la ciudad, el transporte, la limpieza, etc. Yo veo Barcelona como una ciudad que prospera, el Bicing es genial y es referencia de muchas ciudades que quieren implantar un servicio de alquiler de bicicletas; según la CNN como tercera ciudad turística .... No se a que se debe tanta crítica.

Paco Becerro dijo...

Lo podría aplicar perfectamente a Madrid, Xavi, todos criticamos una ciudad, que ya se decía hace mil años que era invivible pero insustituible.

Aunque comparando, ya me gustaría que Madrid estuviera como Barcelona.

Un abrazo

xavi dijo...

Saludos a los dos... Ojalá la tendencia cambie y todos aprendamos a disfrutar de lo mucho - y bueno - que tienen nuestras ciudades.