19 diciembre 2010

DIARIO DE UN OCIOSO
Domingo, 19 de diciembre de 2010


Las Navidades son fechas de reencuentros. Algunos programados (en aperitivos, comidas y cenas pendientes desde hacía demasiado tiempo) y otros casuales (durante unos días estamos todos en la calle y acabamos por encontrarnos en algún momento). También son días de balance, de final de ciclo, de mirar hacia atrás y valorar como nos ha tratado la vida en el año que se apaga.

En breve tocará preparar el habitual resumen inútil del año con el que os suelo aburrir desde hace ya mucho. Una serie de cifras que dicen poco pero que me divierte recopilar para ayudarme a recordar con más detalle el año. En general no ha sido un año bueno. Demasiado miedo, demasiado dolor y demasiadas cosas que no encajan con la facilidad que todos desearíamos. En casa, en las casas de nuestra gente que sois muchos de los que, de tarde en tarde, leéis este diario y, en general, a nuestro alrededor.

Pero pese a todo lo malo, pese a que podía haber sido todo mucho mejor, pese a que hemos estado lejos de ese año redondo que algún día llegará, estoy contento. Y lo estoy porqué también han pasado muchas cosas buenas, porqué he pasado grandes momentos que recordaré con cariño, porqué he visto lo mucho que nos quieren, porqué la luz ha aparecido en zonas antes ocupadas por la oscuridad y porqué he intentado mitigar el dolor de los demás cuando me ha sido posible.

Una frase leída en el imprescindible “Acción de Gracias” de Richard Ford (y que ya dejé en el diario) resume con bastante exactitud lo que siento:

“Decir que alguien es feliz, como afirmaba mi pobre padre, es una tontería. Feliz es el payaso de circo, una teleserie, una tarjeta de felicitación. La vida, sin embargo..., la vida es algo más duro. Pero también mejor. Mucho mejor. En serio”

Richard Ford. Acción de Gracias

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