10 noviembre 2010

DIARIO DE UN OCIOSO
Miércoles, 10 de noviembre de 2010


En mis recorridos diarios en transporte público me veo obligado a recorrer un largo pasillo de enlace. Los que vamos, por la derecha, los que vuelven, por la izquierda. Todo es gris. Me cruzo cada día con centenares de caras que presentan diferentes grados de crispación y/o tristeza. Una sonrisa se agradece y es capaz de iluminar el resto del trayecto. En el centro geográfico del pasillo, a medio camino entre “de donde vengo” y “a donde voy” – sea cual sea el sentido del trayecto, es lo que tienen las equidistancias – se suelen situar músicos que deberían endulzar este desagradable tránsito diario. Por desgracia – y en el pasillo que recorro cada día hasta cuatro veces – no siempre lo consiguen. Es por eso una noticia digna de ser reflejada en este diario cuando me encuentro con esa excepción a la norma – hecha a base de flautas insulsas, aburridos acordeones y organistas que rozan el delito – que convierte el necesario trayecto en un paseo casi agradable. Y la semana pasada mi tránsito por el pasillo de enlace bailó al ritmo de una buena versión del “Come Together”. Agradecí el momento con una moneda – no suelo hacerlo – con el convencimiento de que no volvería a ver a ese buen músico. Y hasta hoy, así ha sido.

Lecturas (sigo con Acción de Gracias de Richard Ford), series (The Good Wife, Curb Your Entusiasm y Sons of Anarchy), una excelente pizza de salmón y queso de cabra que prepara María José y que se está convirtiendo en una agradable tradición, un aperitivo al sol en la terraza de Mariona (ella estaba de viaje y no nos pudo acompañar), la celebración familiar (con el habitual nivel de decibelios y chaladura que se suele congregar en todas las celebraciones de mi familia) del cumpleaños de mi tío Hernán y algunos momentos agradables en el trabajo y, sobretodo, fuera de él, completan la imagen de los días – no tantos como pensaba – que llevo sin escribir.

No suelo hablar de trabajo – iría un poco en contra del título del Diario – pero como esta nueva etapa laboral me está proporcionando experiencias que en otro momento ocuparían mi tiempo de ocio, he de encontrar la manera de incluirlas. En mis crónicas intentaré no discriminar estas experiencias ya que, siendo gratas y enriquecedoras para mi, considero que pueden resultar, sino interesantes, al menos curiosas.

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