18 septiembre 2010

DIARIO DE UN OCIOSO
Sábado, 18 de septiembre de 2010


Atrapado más de lo habitual por el trabajo estoy – yo no he dicho esto - muy cómodo. El nuevo trabajo me deja justo de fuerzas pero no añade desazón a mi vida, más bien al contrario y eso está bien.

Andamos muy cansados y aprovechamos los pocos momentos que trabajos y obligaciones nos dejan, para recuperar energía. Pero encontrarse con un amigo al que hace tiempo que no vemos, es una fantástica excusa para saltarse el régimen monacal que nos hemos impuesto. Hace 21 años (¿Realmente puede ser tanto tiempo?) María José y yo coincidimos con Sergio en una aula. Desde entonces – y con largos periodos entre un encuentro y otro – hemos intentado mantener el contacto. Y después de un par de mails conseguimos concertar una cena que nos apetecía mucho a los tres. Desde el primer momento nos sentimos como si no hubieran pasado todos esos años y volvieron las mismas tonterías que entonces, y todavía ahora, nos hacen reír. Con promesas de repetirlo pronto nos despedimos con una sonrisa en la cara y la sensación de que el reloj que indica el tiempo que ha pasado desde que nos conocemos adelanta.

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