23 diciembre 2009

DIARIO DE UN OCIOSO
Miércoles, 23 de diciembre de 2009


Normalmente vivimos los días previos a las celebraciones navideñas con las prisas que imponen las compras de última hora y haciendo equilibrios con el poco tiempo que nuestros respectivos trabajos nos dejan para hacer todas las tareas pendientes que estas fechas imponen.
Este año las circunstancias (yo estoy sin trabajo y María José ha podido disfrutar de unas pequeñas vacaciones) han dejado mucho tiempo en nuestras manos y hemos decidido aprovecharlo pese al frío y la lluvia.

Lunes. Desayunamos como cada día (un pequeño bocadillo hecho con pan casero, zumo de naranja recién exprimido y café) pero todo tiene sabor a fiesta. Bajamos al centro de Barcelona (con la excusa de algún regalo pendiente) y paseamos bajo la lluvia con la misma sensación que da pasear por una capital europea en una escapada de fin de semana. Aprovechamos para visitar, en la Pedrera, la exposición de esculturas de Arístides Maillol. La exposición es interesante y está muy bien montada, pero Maillol no es uno de nuestros escultores favoritos. Si que lo es Auguste Rodin. Siete de sus esculturas se exhiben en la Rambla Catalunya. el pensador, de Rodin, en las calles de BarcelonaSi normalmente los trabajos de Rodin ya son impactantes, bajo la lluvia tienen un aspecto sobrecogedor.
Aprovechamos para comprar alguna cosa, para recuperar un jersey que me gusta mucho (hace más de un año se rompió la cremallera y en Casa Félix me lo han arreglado, estoy muy contento) y para comer un menú en el Bar Lobo (Pintor Fortuny, 3. Barcelona. Teléfono: 93 481 53 46). El restaurante es agradable y el menú de mediodía, pese a ser corto en número de platos, es muy recomendable. Comemos muy bien y volvemos a casa para entregarnos a la pereza, a las series de televisión (ahora toca Los Soprano) y a una película fallida: “Flores rotas” (últimamente no acertamos).

una de las esculturas de Rodin en rambla catalunya

Martes. Hoy es mi último día de clase. Me levanto pronto, desayuno con María José y voy hasta la escuela. Me ha gustado volver a las aulas después de más de 20 años de ausencia. Mi espíritu es mucho más crítico pero también tengo muchas más ganas de aprender. Pese a eso, agradezco el parón que ofrecen las vacaciones navideñas.
De nuevo en casa con María José paseamos con Cass por el barrio, comemos un menú en el restaurante Osaka y vemos televisión. La sensación de vacaciones es total.

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