30 septiembre 2009

DIARIO DE UN OCIOSO
Miércoles, 30 de septiembre de 2009


Día gris. Ha llovido y no apetece salir. Escucho a los Soulsavers y me dedico a disminuir la lista de suplementos de periódicos famélicos de atención.

Dice un dicho popular que “nunca te acostarás sin saber una cosa más”, preocupado por que los que me leéis cumpláis hoy con este precepto, he decidido compartir lo que hoy he aprendido (y sólo pasan unos minutos de las 9 de la mañana... imaginad el tiempo que me queda para aprender otras cosas). El conocimiento que quiero compartir con vosotros (lo acabo de leer en el Cultura/s de La Vanguardia) es del tipo que más poseo: conocimientos inútiles sin ningún tipo de aplicación práctica. Pese a la falta de utilidad sigo acumulando conocimientos triviales con una especie de coleccionismo enfermizo. Hoy quiero compartirlo con vosotros. De nada.

Si os hablo de Francisco Pérez Molina muchos de vosotros arqueareis las cejas y moveréis los hombros hacia arriba mientras montáis el labio inferior sobre el superior.
Sin embargo estoy seguro que casi todos vosotros habéis tenido su nombre alguna vez en los labios.
Hace 100 años nacía en Cocentaina (Valencia) Gustavo Pascual Falcó. Gustavo era cuñado de Francisco Pérez Molina que era agente comercial y vendedor de chocolate. Precisamente a su cuñado dedicó Gustavo un pequeño pasodoble que ha hecho fortuna: Paquito el chocolatero.
La progresión de este pasodoble a sido curiosa: desde las fiestas locales ha ido conquistando mercado hasta convertirse en una especie de himno fiestero de dimensiones planetarias.
La próxima vez que tengáis la fortuna o la desgracia (todo es cuestión de puntos de vista y de copas de más o de menos) de disfrutarlo/sufrirlo (táchese lo que no corresponda) dedicad un momento a pensar en Francisco Pérez Molina. Dicen que si lo haces en el momento preciso, el bueno de Paquito intercede por ti para asegurarte cinco años de diversión sin límites.

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