23 julio 2008

DIARIO DE UN OCIOSO
Martes, 22 de julio de 2008


En las películas de acción de serie B, cuando el malo (que es muy malo) y el bueno se pelean por fin al final de la película, suelen hacerlo sobre una consola gigante llena de mandos, luces y VUmetros analógicos (todo el mundo sabe que los supercomputadores para dominar el mundo deben ser algo así). En el ardor de la pelea la cara del bueno suele ser arrastrada por encima de la consola hasta que – pongamos con la nariz – pulsa el botón que inicia una cuenta atrás que conducirá – al final de la misma – a la autodestrucción del cuartel general del malo. La cuenta atrás suele ser desgranada por una amable y sensual voz femenina.

La cuenta atrás se ha iniciado en mi cabeza y, día tras día, me acerca a un final deseado La inminencia de las vacaciones provoca una actividad extra que se acumula sin contar. Son pequeñas cosas sin importancia, pero si no te has dado cuenta, de eso está hecho este diario.

Intento, a continuación, un resumen no todo lo exhaustivo que sería de desear:

Sábado. María José y yo celebramos – es lo más parecido a una boda que hemos tenido hasta la fecha – que hace 13 años empezamos a vivir juntos. Es curioso pero son pocas las imágenes que atesoro de ese día tan importante. Imágenes físicas creo que ninguna (no había foto digital y esa costumbre de documentarlo todo todavía no estaba a la orden del día) y como mucho recuerdo algún flash difuso (deformado por el tiempo y los “te acuerdas” compartidos). Lo celebramos durante todo el día con la misma ilusión con la que celebramos todos nuestros aniversarios, contentos de ha ber compartido un año más.

Por la tarde hago una pequeña pausa en la celebración para ir al Summercase. Allí – primero con Jordi P. y después también con Emma – intento ver el concierto de The Kooks (otra vez un contraluz salvaje y una solana inmisericorde hacen muy incómodo el concierto), con una cervecita en la mano nos acercamos al escenario que está cerca del mar para ver a unos curiosos Shout Out Louds y a unos – muy flojos al menos al principio del concierto – Dorian.
The Breeders ofrecen un concierto correcto pero su presencia escénica es nula y parecen un grupo de tercera fila tocando entre los instrumentos, envueltos con lonas, de los grupos que pasarán después por este escenario. Lástima porque himnos como Cannonball siguen siendo bombazos.

Dedico un momento a The Stranglers que me sorprenden con un buen directo. Han abierto la parte de atrás del escenario y ver detrás de los músicos la placa fotovoltaica del fórum en vez de una lona negra se agradece. Cuando suena “Golden Brown” – de la que suelo escuchar una versión - se me pone la carne de gallina.



El directo del día nos lo regalan Kings of Leon, contundentes y efectivos.

Pero he quedado con María José y lo dejo poco antes de que acabe el concierto. Después de varios intentos fallidos (restaurantes demasiado llenos o sin aire acondicionado) acabamos cenando en el Cardamon, a pocos metros del piso en el que, hace 13 años, empezamos a vivir juntos. Keemar tiki (una especie de bomba), gambas tandoori, naan de queso, pollo tandori y un curry de buey. Todo buenísimo.

Domingo. Cristina y Tony nos invitan a su ya tradicional barbacoa de verano. Vamos con Cass y, antes de entrar, damos un paseo con Tony y con Ska para que se conozcan y la deje entrar en su casa sin peleas. No hay problema, Ska se pasará el día Cass y Ska, amor a primera vista
persiguiendo a Cass y comiéndole la oreja. Pronto estamos todos en el jardín, disfrutando del día y de la piscina. Este año, a parte de Tony, Cris y Ainhoa, han venido Barbara, Eva, Espe, Javi, Eva y Alfonso. Baño, aperitivo, comida – deliciosa barbacoa -, siesta, baño, aire fresquito... poco más se le puede pedir a un domingo de verano.
Pese a que no hemos hecho nada, volvemos a casa agotados. Cass, que se ha nadado como una campeona, también está agotada.

Lunes. Vuelta a la realidad, al trabajo e inicio de la cuenta atrás con luces rojas de fondo.

Martes. Para alejarnos del trabajo y acercarnos todavía más a las vacaciones improvisamos una barbacoa en el patio de Graceland. Yoli y Rafa se apuntan y apuramos la noche disfrutando de un paréntesis que sienta de maravilla. Copas y risas nos llevan hasta las 2. Mañana hay que trabajar pero hoy eso parece muy lejos.

Diane Setterfield. El conte número tretzePor el camino he acabado “El Conte Número Tretze” de Diane Setterfield. Y me ha
gustado pese a que tengo la sensación de haber leído un cuento gótico alargado hasta las 400 páginas. Es un buen libro para leer en verano. Y es precisamente en verano cuando mis lecturas se vuelven más ligeras, he empezado un Michael Connelly que teníamos en casa y que no había leído por no estar protagonizado por Harry Bosch.
De discos ya os hablaré otro día.

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