23 diciembre 2007

DIARIO DE UN OCIOSO
Domingo, 23 de diciembre de 2007


En nuestra primera navidad juntos – de eso hace ya doce años – María José y yo compramos un pequeño abeto para navidad. Durante unos días ese abeto nos ayudó a crear ambiente navideño en casa, pero poco a poco fue perdiendo su aspecto hasta que se convirtió en la raspa de lo que había sido. Nos aplicamos para que, una vez pasadas las fiestas, recuperara la conciencia. Pero poco después nos vimos obligados a certificar su muerte.

En ese momento María José decidió encargarse del árbol cada año. Y durante años los árboles de nuestra casa se han hecho con materiales reciclados. Recuerdo uno hecho con latas de bebidas, otro con botellas de agua y otro – uno de mis favoritos – hecho con un paraguas viejo, una cuerda de tender que ya no utilizábamos y las felicitaciones de navidad que nos enviaron los amigos.

El año pasado – con Cass corriendo por casa – decidimos que tener un árbol en Graceland sería fuente de más problemas que alegrías. Pero este año María José se ha vuelto a poner manos a la obra.
Esta vez el material utilizado es un viejo toldo que Marta A. ya no utilizaba. Tras horas de trabajo con la máquina de coser, tenemos – desde hace días – un estupendo árbol de más de dos metros.
Gracias por hacer que la navidad esté llena de magia.
el nuevo árbol de navidad

El fin de semana se acaba con el Barça – Madrid de fondo. Ha sido un fin de semana tranquilo: buenos paseos con Cass, series y películas en Graceland, cine (hemos visto “Soy Leyenda”) y poco más. Mañana toca trabajar antes de reencontrarse con toda la familia en casa de mis padres. Como cada año, tengo ganas de verlos a todos.

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