28 octubre 2007

DIARIO DE UN OCIOSO
Sábado, 27 de octubre de 2007


Viernes noche. María José me recoge en la puerta de Levi Pants y me lleva al Marc’s para hacer una cena rápida para empezar el fin de semana. Tenemos suerte y encontramos un rincón para sentarnos nada más llegar. Empiezo –los clásicos son los clásicos - con un Franchini (lomo con roquefort) y remato la jugada con un fabuloso Blanc y Negre (salchichas del país con morcilla de cebolla). La cerveza, servida en jarra de cerámica, está fresquita y entra bien.
Es curioso como, en pocos minutos, puede quedar atrás toda una semana de trabajo.

Sábado. Me levanto pronto y salgo a pasear con Cass. Últimamente he cambiado de quiosco (la amabilidad del quiosquero me ha ganado para su causa). El único problema es que el quiosquero tiene un gato que excita – en algunas ocasiones demasiado – el instinto cazador de Cass. Con una mano aguanto a Cass mientras, con la cartera en la boca, pago con la otra mano. Por suerte el quiosquero, enternecido por mi patética situación, me pone las cosas fáciles entregándome los periódicos en una bolsa.

Vuelvo a casa y preparo unos bikinis en el horno. Desayuno con María José mientras leemos el periódico y después nos vamos a la Illa a comprar regalos pendientes. Aprovecho para comprarme unos Pulparindos y el último libro de Cormac McCarthy.

Comemos en el Sakuraya. Aunque el sashimi suele estar buenísimo nos decidimos a variar el menú. De primero compartimos un arroz con gambas (impresionante) y un plato de gyoza. De segundo optamos por la plancha y compartimos una deliciosa dorada a la plancha (que repetiremos más de una vez) y un solomillo (con el punto justo de picante). Para beber un par de aguas y un par de cervezas, con cafés – no queda sitio para el postre – pagamos 45 €.

El resto del sábado pasa tranquilamente entre paseos con Cass, largas sesiones de sofá y series (vemos unos cuantos episodios de la primera temporada de “Me llamo Earl”.

Héroes del Silencio. Senderos de traición
Escucho, mientras escribo esto, el Senderos de Traición de Héroes del Silencio que hoy regala El País. Ahora los encubran como lo más grande del rock español... pero la mayoría de canciones (salvo Maldito Duende y Entre dos Tierras) son un auténtico coñazo. Me lo parecía hace 17 años y, con la perspectiva que dan los años, me lo sigue pareciendo hoy. Y eso que el amigo Bumbury, convertido en la mejor parodia de si mismo, me cae cada vez mejor.

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