22 abril 2007

DIARIO DE UN OCIOSO
Sábado, 21 de abril de 2007


Viernes. Libertad. Me encuentro con María José en el centro y empezamos a buscar un sitio donde cenar. Nuestras primeras opciones fracasan y acabamos en Sants buscando una pizzeria a la que le habíamos echado el ojo. El olor es delicioso pero por desgracia falta poco para las 11 y ya han cerrado la cocina (en la puerta tienen un cartel que especifica que el horario de cocina es hasta las 11 pero hoy no debe tener validez). Rechazamos otras ofertas, nos rechazan en otro sitio – tienen lleno -y acabamos en “la fusta de Sants” o “la tabla de Sants” o algo parecido. Tenemos hambre, la música es horrible y tardan en servirnos. Volvemos a casa con la sensación de que no es exactamente lo que nos apetecía, pero ha empezado el fin de semana, un mundo lleno de promesas y de maravillas todavía por descubrir.

Sábado. Me levanto pronto y salgo con Cass a pasear. Aprovecho para comprar los periódicos y pan recién hecho. Desayunamos con calma, revisando los planes para este fin de semana y leyendo.

Mañana de “Tengos que”. Me acerco a correos, miro si me ha llegado algo al apartado y hago un par de envíos. Por el camino – en transporte público – me sumerjo en las polvorientas calles de Macondo acompañando a los Buendía.

A mediodía vamos a casa de mis padres para celebrar el cumpleaños de mi madre, de Eli y de María José (en total 133 años. La comida está buenísima y para agradecer el delicioso menú, rompo la puerta del horno en un ataque de “hooliganismo” familiar. Lo hemos pasado bien y Cass está destrozada después de comer sin parar todo lo que ha podido pillar.

Vuelta a casa y siesta para reponer fuerzas.

Por la noche vamos a la sala “Be Cool” para ver a Cooper en directo. De entrada el portero, con malos modos y peor humor, nos hace esperar en la calle. No empezamos bien. Este maltrato al cliente hacía tiempo que no lo sufría y me parece alucinante e intolerable.
La Sala “Be Cool”– que hacía años que no visitaba (fue una de las discotecas habituales de mi, ya lejana, adolescencia) – no es el lugar ideal para un concierto de Cooper (escenario ridículo, luz inexistente, espacio claustrofóbico...) pero la cercanía que impone el reducido espacio y la profesionalidad de Alejandro y los suyos – con nuevo batería en su formación – compensan las deficiencias de la sala.
Con su directo trepidante - Cooper siempre enlazan series de tres temas – dan un repaso a los temas de sus trabajos anteriores y presentan los temas de sus últimos ep’s. De regalo un tema nuevo y una versión en los bises de “Where I find my heaven” de los Gigolo Aunts. María José y yo no paramos de bailar y de corear las canciones, un gran concierto.
Tras intentar comernos un frankfurt en Pedralbes (otra tradición olvidada de los mismos años en que frecuentaba la sala Be Cool, que entonces tenía otros nombres) y llegar tarde por minutos, volvemos a casa para hacernos un bocata de queso de Benassal en la cocina de Graceland. Es muy tarde y hay mucha hambre.

No hay comentarios: