17 junio 2006

DIARIO DE UN OCIOSO
Sábado, 17 de junio de 2006


Soy propenso a la nostalgia, me gusta regalarme momentos regados con un sentimiento que, casi siempre, tiene un sabor agridulce. Y estos últimos días he tenido oportunidad de recrearme en viejas historias, en recuerdos dulces, en objetos perdidos en algún rincón de la memoria y en sonidos olvidados.

Jueves. Salgo de Levi Pants y me encuentro en un restaurante céntrico (por ubicación y orientación lleno de incautos extranjeros buscando infructuosamente ese paraíso gastronómico que se les promete en guías escritas con poco conocimiento) con antiguos compañeros de trabajo. Están algunos de los habituales – más amigos que ex-compañeros ( Toni, Roger y Jordi M) – pero también están Miqui, Rosa, Lourdes, Pere y Jordi. Sólo somos nueve en una cena que se preveía multitudinaria y que las bajas de última hora (alguna de ellas producidas por procaces actitudes ante la reciente, explosiva y pública afluencia de sangre al órgano reproductivo de un futbolista brasileño – el parte médico de Marta es de desgarro de los isquiotibiales -) han convertido en una pequeña reunión llena de buen rollo y viejas historias.
Hay brindis por los compañeros que hoy no nos acompañan y por los incapaces que no supieron dirigirnos.
Nos veremos de nuevo después del verano... o eso intentaremos.

Viernes. Con María José cenamos un bocadillo grande en “Victor’s” y vamos al Teatre Sagarra de Santa Coloma de Gramenet para ver “V.O.S.” de Carol López. Buena dirección, buenos actores (Paul Berrondo, Andrés Herrera, Vicenta Ndongo y Elena Fortuny), ritmo, un guión urbano y cinematográfico, humor en su justa medida... me lo paso muy bien.
Al salir hemos quedado con Jordi P, Emma, Víctor y Laura pero estoy muy cansado y en el último momento me rajo.

Sábado. Por la mañana con María José y Cass vamos hasta Alella. Los padres de María José han empezado a vaciar el garaje y han aparecido cajas con nuestros nombres que debemos supervisar.
Cuando llegamos el barrio está en plena celebración. Abdel ha preparado cus cus y lo ofrece a los clientes de su frutería. No hace demasiado que hemos desayunado y decidimos dejar la degustación para después del trabajo.
Las cajas están llenas de maravillas: viejos diarios en los que puedo seguir lo que hice – día a día – hace 14 años, carnés de discotecas, bibliotecas, escuelas y trabajos, entradas de conciertos que había olvidado, trabajos en los que me pusieron buena nota y otros en los que el profesor se cebó con mi incompetencia... un montón de recuerdos encajados hace once años, cuando María José y yo nos fuimos a vivir juntos. Los recupero y los vuelvo a encajar para reencontrarlos dentro de diez años.
En otras cajas aparecen objetos que, pese a no ser nuestros, decidimos quedarnos: viejos discos del abuelo de María José – Leonard Cohen suena ahora en el tocadiscos de casa -, libretas escolares en las que un tío de María José tuvo que copiar – un montón de veces- “no hablaré en clase”, tebeos de “El capitán trueno”, “Hazañas bélicas” y “El jabato”.

Después de esta inyección de nostalgia comemos cus cus y nos encontramos a Carles y Dolors a los que hacía mucho que no veíamos. El cus cus ha servido de aperitivo, comemos con Pepe, Lidu y Francisco y después volvemos a casa (Cass y yo durmiendo casi todo el camino).

Alguien a quien quiero mucho no lo está pasando bien. Me gustaría poder echar un hombro, un brazo o lo que hiciera falta... pero no se como hacerlo... tendré que encontrar la manera.

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