21 abril 2006

DIARIO DE UN OCIOSO
Jueves, 20 de abril de 2006


Salgo de Levi Pants a la misma hora de cada día, ¡todavía hay luz! Es una tontería, un pequeño detalle capaz de llenar de color el corto camino que me lleva hasta la boca del metro.

Cruzo Barcelona bajo tierra y me encuentro con Jordi R. y Nuria en el teatro “Joventut” de mi pueblo. Hemos venido a ver la presentación de “Desglaç”, el nuevo disco de Miguel Poveda, el disco que más me está apeteciendo oír últimamente (María José, con las fuerzas justas, ha decidido quedarse en casa y descansar un poco).

Jordi y Nuria están en el bar del teatro con bocatas y cervezas. Me uno a ellos para coger fuerzas.


Miguel Poveda. “Desglaç”
Teatre Joventut (l’H) 20/04/06

Miguel Poveda a decidido dividir el espectáculo con el que presenta su último disco en dos partes: una primera de cante flamenco y una segunda dedicada a “Desglaç”. Arranca la primera con un martinete sobrecogedor y continúa, ya con el acompañamiento de Juan Gómez Chicuelo, paseándose por diferentes palos con la sobriedad y la clase que le caracteriza. Granainas, soleas, cantiñas... la facilidad con la que el cantaor aborda los diferentes cantes crea un ambiente cómodo y nos dejamos llevar por la magia que se crea.
La primera parte pasa como un suspiro. Hemos disfrutado mucho pero todavía queda la defensa de “Desglaç” que es lo que veníamos a ver hoy.
Cómodo encima del escenario (pesa a algunos problemas técnicos que deslucieron algunos momentos cumbres del espectaculo), acompañado de buenos músicos (a Chicuelo se le unen Marcelo Mercadante – bandoneón-, Gustavo Llull – piano-, Andrés Serafini – contrabajo- y Ramón Ángel – percusión)- y con un repertorio sensacional, Poveda nos ofreció un recital fabuloso que ahora paseará por Cataluña (si tenéis ocasión de verlo no os lo perdáis). Tras la despedida nos regaló un bis de “Boca Seca” con el acompañamiento – esta vez vocal- de sus músicos. Un regalo que nos dejó un, todavía mejor, sabor de boca.


Vuelvo a casa caminando por las calles de un pueblo que no está pensado para ello. La distancia es corta pero el recorrido solitario cruzando túneles, viaductos y grandes avenidas desiertas es descorazonador. No dejo de tararear “Cançó del bes sense port” que se me ha quedado grabada después del concierto.

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