24 abril 2006

DIARIO DE UN OCIOSO
Domingo, 23 de abril de 2006


Y se acaba el domingo. Estoy cansado pero tengo la sensación de haber hecho muchas cosas, de no haber parado durante dos días que, si me paro a pensar, parecen muchos más.

Viernes. Se acaba la jornada en Levi Pants y vuelvo a casa. Pep viene a cenar (hace meses que no nos vemos y tenemos mucho que contarnos) y, después de perderse, consigue llegar a Graceland. Con él viene el postre: unas lionesas buenísimas que tienen sabor a postre de infancia, a lujo de las grandes ocasiones.
La sobremesa se alarga y son casi las tres cuando cerramos la puerta y nos vamos a dormir.

Sábado. Una de las actividades que ocupa parte de nuestro tiempo es pasear con Cass. Los paseos, cuando no se convierten en duros ejercicios de tirar de la cuerda, son agradables pero llevan implícito un terrible peligro: las relaciones con otros dueños de perros. La cantidad de tipos (y/o tipas) raros con los que te puedes llegar a relacionar durante un paseo es increíble. En poco mas de una semana he visto fotos de perros ya fallecidos, he soportado con estoicismo aburridísimos monólogos sobre los perros del barrio, he sonreído pese a que tenía ganas de huir, he huido de una anciana con andador que amenazaba con volverme a atrapar con su cháchara sobre el civismo y las deposiciones caninas. Sé que el tema llenará alguna que otra línea en este diario y eso es una de las cosas que me asusta.
El sábado transcurre entre paseos, capítulos atrasados de series, siestas, “la novia cadáver” y una comida en el Maxi.

Domingo. Me levanto pronto y salgo a pasear con Cass. Aprovecho el madrugón para comprar el desayuno, el periódico y – como hoy es Sant Jordi – una rosa para María José. Cuando llego a casa – haciendo equilibrios con todo lo que he comprado y con una perra que no para de morder la correa – María José ya está despierta. Desayunamos y me lío a ordenar las viejas cintas de música. La intención es tirar la mayoría pero cuando las tengo en la mano soy incapaz de tirar ninguna (demasiados recuerdos, demasiadas horas). Las guardaré todas.

Paseo con Cass por la playa. Se lo pasa en grande. Vuelta a casa, comida y siesta.
Por la tarde Rafa se pasa por casa y me recoge. Juntos vamos al Joventut a ver a Faemino y Cansado. Su espectáculo es divertido e instructivo al mismo tiempo. Gracias a su espectáculo ahora sé que no es lo mismo un punto que tres mini puntos.

Volvemos a casa satisfechos y con mas bagaje que al salir y cenamos con María José, Yoli y Cris. Pedimos comida a un chino cercano. Todo está bueno pero se han olvidado los palillos. No todo en un fin de semana puede ser perfecto.

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