19 agosto 2005

DIARIO DE UN OCIOSO
Jueves, 18 de agosto de 2005


Ha llegado el día. Nos levantamos pronto y, ante el difícil acceso a la cocina que las cajas han dejado, salimos a desayunar por el barrio. Las mejores opciones fallan – son las vacaciones y muchos bares están cerrados– y al final acabamos haciendo un bocata (tamaño familiar) en un bar cercano al mercado.
A las 9 hemos quedado con los de la empresa que nos hará la mudanza. El encargo lo hicimos por teléfono y no tenemos muy claro si aparecerán o no. Matamos el tiempo de espera con el deporte que nos ha mantenido activos durante los últimos días: hacer cajas.

Puntuales aparecen y empiezan a llevar las cajas al camión mientras nosotros seguimos rodeados de cartones. La actividad, durante las cuatro horas que tardan en cargar el camión, es incesante. Nosotros vamos de un lado a otro desorientados, sin saber que hacer, cerrando con el precinto, buscando nuevas cajas, decidiendo que se queda y que nos llevamos… al acabar estamos agotados pese a que todo el esfuerzo físico lo han hecho los tres trabajadores de la empresa de mudanzas: Jesús, Ernesto y Xavi. En el cajón del camión están todas nuestras cosas (metidas en 144 cajas) y los muebles que nos llevamos a Graceland.
En el momento de cerrar la puerta se escapan un par de lágrimas fugaces, pero la urgencia del momento no nos deja tiempo para despedirnos de nuestra – ahora ya antigua – casa. Hemos pasado 10 años increíbles entre sus paredes y siempre será nuestra primera casa.

Viaje a Graceland en moto con el camión de las mudanzas detrás. Comida en el patio de casa y después, como en una película puesta al revés, las cajas abandonan la caja del camión y empiezan a llenar el sótano de nuestra casa.
Tengo trabajo en Levi Pants y no me puedo quedar a ver el resultado.

Por la noche, cuando llego a casa, empiezo a disfrutar de nuestra nueva casa. María José ha conseguido convertirla en un hogar y cenamos por primera vez solos en Graceland. Empezamos a vivir una nueva aventura.

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