12 agosto 2005

DIARIO DE UN OCIOSO
Domingo, 7 de agosto de 2005


Vacaciones, día 21.
Pese a que ayer apuramos la noche, conseguimos levantarnos pronto y arrastrarnos hasta “La Conca”. Nueva jornada de playa, nuevo día de auténticas vacaciones.
Cuando el sol empieza a apretar casi tanto como la gente que va llenando los pocos espacios vacíos que quedan en la arena dejamos la playa y nos tomamos un café en la “taverna del mar”.
De nuevo en casa. Siesta y lectura (he acabado “Amanecer con hormigas en la boca de Miguel Barroso – una buena novela negra ambientada en los últimos días de la Habana de Batista – y, para combatir el calor de una manera radical, he empezado a leer “El peor viaje del mundo” de Apsley Cherry-Garrard. También aprovecho para leer suplementos – “Cultura/s” y “Babelias” – acumulados durante los últimos meses y para los cuales por fin tengo tiempo).
Por la tarde María José me acompaña hasta la puerta de un cyber y aprovecho para poner al día un diario que, por falta de la tecnología necesaria, he abandonado mucho. Una hora después – sin aire acondicionado – salgo del local totalmente bañado en sudor.

Por la noche cruzamos la urbanización hasta casa de Anna, Jaume, Claudia y Martí. Ellos tienen el privilegio – siempre soñado y nunca hecho realidad – de vivir aquí. Claudia y Martí crecen – estoy seguro de ello – mas felices que si vivieran en Barcelona y las renuncias que los mayores hicieron al abandonar la ciudad les han sido compensadas con los beneficios (no sólo espirituales) que su residencia trae consigo.

Cenamos en la terraza, con unas vistas fantásticas, una cena deliciosa que Anna se ha sacado de la manga. Pese a que nuestras vidas son distintas – ellos viven en un pueblo, nosotros en la ciudad, ellos tienen hijos, nosotros no... – tenemos mucho en común. Lo pasamos bien en esta puesta al día mil veces pospuesta. Volvemos a casa paseando, vacaciones a lo grande.

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