18 junio 2005

DIARIO DE UN OCIOSO
Sábado, 18 de junio de 2005


Está cerca. Su luz reverbera ya en las calles y su olor empieza a inundarnos. El verano ya está prácticamente aquí y es el momento de recuperar mi relación con el Club. El largo periodo de injusto abandono al que le he sometido se romperá por fin hoy.

Ayer nos fuimos a dormir pronto con la intención de levantarnos a una hora temprana y bajar hasta la playa. Pero que sería de la vida si todos los planes siempre se cumplieran. Son casi las 10 cuando conseguimos, no sin esfuerzo, ponernos de nuevo en pie. Desayunamos sin prisas y salimos hacia la Barceloneta. En el Club disfrutamos de las ventajas de la playa sin sufrir ninguno de sus muchos inconvenientes. Nado un poco, dormito, leo a Peter Berling y me pongo crema para evitar que mi primer contacto de este año con el sol acabe de manera harto incómoda para mí. Como cada vez que vengo al Club me pregunto cual es la razón que me impide venir aquí cada día, que me impide vivir prácticamente aquí.

Al volver a casa nos entregamos a una misión suicida: cambio de ropa en el armario y eliminación de ropa vieja. Algunas prendas históricas – muchas de ellas entrañables – me abandonan hoy. Otras irán a parar a una caja de recuerdos. Desprenderse de ellas sería demasiado duro.

Siesta para recuperar fuerzas. El sábado pasa despacio.

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