11 mayo 2005

DIARIO DE UN OCIOSO
Martes, 10 de mayo de 2005


Por fin, tras seis años y medio de obras – y con un coste superior a los 12 millones de euros – el Mercado de Santa Caterina vuelve a estar en su sitio. Por el camino ha sucumbido la mayoría del pequeño comercio del barrio, incapaz de aguantar seis años con la clientela reducida por la ausencia del mercado y las molestias que las obras causaban a peatones y tráfico rodado . ¿Hacía falta esta obra faraónica? ¿Es la función de un mercado ser un edificio emblemático de la ciudad? ¿Se compensará a los vecinos y comerciantes por las molestias sufridas? La respuesta a todas estas preguntas es NO. Una vez mas el ayuntamiento de esta ciudad que pronto dejará de ser la mía ha antepuesto la imagen turística de la ciudad a la funcionalidad y el coste – para muchos ciudadanos es insostenible.

Pese a mi diatriba en contra de la gestión que el ayuntamiento que me ha tocado sufrir ha hecho de las obras del mercado, estoy muy contento por la reinauguración del mercado. Para celebrarlo, y después del preceptivo paso por Levi Pants, doy un primer paseo en compañía de María José. Saludamos a viejos conocidos, nos encontramos con vecinos y volvemos a disfrutar de todo lo que supone tener un mercado a la puerta de casa.

Por la noche me encuentro con María José, María y Amador a las puertas del colegio donde se han conocido. María y Amador son mexicanos y se han tomado un año sabático para rematar sus estudios en Barcelona. Cenamos, como no, en el “Panyvino”. Durante la cena contrastamos costumbres y maneras de vivir. Es enriquecedor poder contrastar nuestras respectivas realidades.
Copa en “The Black Horse” y más conversación.

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