17 abril 2005

DIARIO DE UN OCIOSO
Viernes, 15 de abril de 2005


Jueves. Salgo de Levi Pants, abandono la ciudad vecina y – ya en Barcelona me encuentro con Jordi P. en el “Seanconnery”. El “Seanconnery” realmente se llama “Bar Bodega Córcega” (c/ Córcega 479 Tel. 934577793) y durante muchos años fue el destino de muchas de nuestras cenas. Ahora hacía mucho tiempo que no pasábamos por aquí pero – por suerte – todo sigue igual: tapas buenísimas, amabilidad, cerveza y buen café.
Como antaño somos los últimos clientes en abandonar el local. Tiempo de hablar de los viejos tiempos con los propietarios y salir a la calle con una extraña sensación de plenitud (no sólo física).
Empieza en este punto una larga peregrinación por extraños bares llenos de extrañas gentes. “Almodo-bar” (huimos de un ambiente nada apacible), “Sona bé” (grandes partidas a una máquina de Trivial), “El Venecia” (nos dejan en la calle con los restos de nuestras bebidas en un vaso de plástico) y – finalmente y como viene siendo costumbre – el “Papillón” (donde nos cruzamos con lo peor de cada casa).
Cerramos la noche con sensaciones gratas ya vividas años ha.

Viernes. Por la mañana paso por la biblioteca a conseguir nuevas maravillas (Vinicius de Moraes en la Fusa – con Toquinho, María Creuza y María Bethania –, el “Cositas Buenas” de Paco de Lucía, el “Bridge Over Troubled Water” de Simon and Garfunkel y un libro “Trenta-dos morts i un home cansat” de Llort).
Después del obligado y nada agradable paréntesis laboral vuelvo a Barcelona. Hoy es el cumpleaños de mi madre y lo celebramos con una cena “sorpresa” en el restaurante “Languedoc Roussillon” (Pau Claris, 77 Tel. 933010498). A la familia (mi padre, Eli, Cesc, mis tíos, Anna, Marta y María José) hoy también se unen buenos amigos (Pepita, Digna, Amelia, los “primitos”, los “padrinets”, Ramón y Salud.
Nos han reservado la parte de arriba y a la comodidad que supone tener un amplio salón para nosotros se añaden unos platos deliciosos y un servicio muy amable.
También es el aniversario de mis padres (38 años más) y lo celebramos con un pastel. Regalos, fotos de grupo, besos, emociones y abrazos... son más de las dos cuando volvemos – agotados – a casa.

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