11 abril 2005

DIARIO DE UN OCIOSO
Sábado, 9 de abril de 2005


Me levanto pronto, me ducho, voy a comprar pan, preparo el desayuno, despierto a María José, desayunamos, voy a comprar vasitos de plástico, nos encontramos con Toni T. delante de la Catedral y salimos con destino a “Casa Joan B”. casa Joan B
“Casa Joan B”. está lejos. Una persona menos optimista que yo diría que está muy lejos. Por el camino Toni T. y yo hablamos y María José recupera horas de sueño perdidas.
Por el camino nos adelantan Jordi M. y Mónica y continuamos el camino juntos.
El año pasado celebramos en “Casa Joan B.” una reunión con los compañeros de la empresa de pantalones (Pantalones Gordo) que nos acabó despidiendo a todos. Decidimos repetirlo y al final, después de muchas altas y bajas en la alineación titular, seremos 18 adultos, tres niños (más uno en camino) y un perro. Pronto llegamos todos y empezamos a preparar el fuego donde haremos los calçots. Muchas risas después –debido a nuestra poca pericia en el manejo del fuego – conseguimos una hoguera decente. Pero no será hasta la aparición de Jordi B. Jordi B. trabajando
(maestro “calçotero”) que la cosa empezará a funcionar realmente.
Mientras todos los demás nos dedicamos a mirar, a probar el vino y a dar consejos sobre temas que desconocemos totalmente, Jordi prepara los calçots, cuida la hoguera, prepara la butifarra, la cocina en las brasas, se ahuma, llora cuando el humo le ciega totalmente, prepara el cordero, lo cocina en las brasas... es nuestro héroe y, pese a eso, no se lo reconocemos y le hacemos trabajar todavía más.
Pese al frío, hacemos el aperitivo y comemos los calçots en el prado que hay delante de la casa. Hace viento pero el sol calienta y se está bien. La salsa – preparada calçots
por Julia – está buenísima. Intento llevar la cuenta de los calçots que degluto pero, debido al vino ya ingerido, me pierdo y no puedo aportar este dato que – sin duda – aportaría valor añadido a esta crónica.
Decidimos comer la carne en la casa. Risas, viejas historias... me gusta volverme a encontrar con ellos y espero que sigamos siendo capaces de encontrar momentos para disfrutar juntos pese a que ahora ya no trabajamos en la misma empresa.
Rubén tiene que irse pronto y decidimos apuntarnos. Durante el viaje de vuelta María José recupera horas de sueño perdidas.
Una vez en Barcelona nos despedimos de Rubén y nos acercamos a la clínica donde Lucas nació ayer. Llegamos apestando a humo, a calçots y a campo pero, pese a eso, nos dejan entrar. Yoli se encuentra bien, Rafa está muy contento y Lucas es todo un campeón (3 kilos, 800 gramos). Estamos un ratito con ellos pero – un poco avergonzados por el olor que se empieza a extender por toda la clínica – volvemos a casa.
Vemos “El Bosque” (fantástica, me gusta mucho) y a dormir. El día ha sido muy largo.

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