24 octubre 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
Sábado, 23 de octubre de 2004


El despertador no suena a la hora prevista. Por suerte un sexto sentido se impone al silencio reinante y me despierta media hora después y nos pone en marcha. Desayunamos a ritmo de velocista en plena carrera y salimos hacia Palamós. Llegamos puntuales a la puerta del Museo de la Pesca y nos reunimos con Joan (Patrón del “Rafael” y organizador del taller de navegación tradicional al que hoy asistiremos) y con el resto de alumnos (en total somos diez).
Hace un par de meses tuvimos la oportunidad de navegar en el “Rafael”, un barco de vela latina construido en 1915. Joan – su patrón – nos animó entonces a apuntarnos en este cursillo que estamos a un paso de empezar.
Todavía con mucho sueño acumulado en los ojos nos acercamos al aula donde Quim se encargará de explicarnos la teórica que- pese a ser la parte más complicada- se hace muy amena. Empieza el baile de extraños términos marineros y la inacabable lista de partes en las que se puede dividir lo que para mí – hasta hoy – era conocido con el nombre genérico de vela.
Al acabar la clase hacemos una parada para el café en un bar cercano y bajamos a la playa para seguir con las clases.
la farigola a bordo del Rafael
En la playa nos espera Pere con su “Farigola”. Pese a su pequeño tamaño la “Farigola” está aparejad igual que un barco de mayor eslora y esto la hace ideal para las explicaciones sobre maniobras y partes del aparejo. Pero antes de la clase nos espera una sorpresa. El barco está en el agua y, entre todos y a la manera tradicional (a fuerza de riñones) la sacamos hasta la arena de la playa para poder ponernos a su alrededor y seguir las explicaciones sobre como maniobrar con una vela latina. Como en la lección teórica las explicaciones se llenan de anécdotas marineras, de casos prácticos que hacen las clases aún más entretenidas.
Al acabar devolvemos el barco a su elemento – tarea que resulta infinitamente más fácil que su contraria – y nos dirigimos a un restaurante cercano para disfrutar de la paella ofrecida por la organización. Aprovechamos el rato de descanso para conocer mejor a nuestros compañeros de clase.
La tarde empieza con un taller de nudos impartido por Ramón – marinero de este puerto – ya a bordo del “Rafael”. La experiencia del profesor consigue que – hasta un negado para todo tipo de tareas que requiera un mínimo de habilidad manual como soy yo – sea capaz de aprender a hacer nudos de dificilísimo nombre y aún más complicada elaboración.
Tras el taller de nudos sólo queda tiempo para una visita guiada al Museo donde vuelven las historias de marineros que nos han acompañado durante todo el día.
Camino de casa paramos en un chino para comer algo. La jornada ha sido muy larga, estamos encantados pero muy cansados. Al llegar a casa María José cae rendida y yo aprovecho para escribir y leer un rato (acabo “Milenio Carvalho”). Mañana volvemos.

No hay comentarios: