03 septiembre 2004

“Nota sanitaria: Mi válvula se cerró violentamente esta tarde, cuando el señor González me pidió que le sumara una columna de cifras. Cuando vio el estado en que su petición me precipitó, sumó el mismo, consideradamente, dichas cifras. Procuré no hacer una escena, pero mi válvula pudo más que yo. Por cierto que ese jefe administrativo podría resultar un fastidio”
Ignatius J. Reilly. “Diario de un joven trabajador o adiós a la holganza”. Escrito en un cuaderno Gran Jefe.


DIARIO DE UN OCIOSO
Jueves, 02 de septiembre de 2004


Tantos días de frenética actividad en Levi Pants han provocado, como era de esperar, tremendas consecuencias en mi organismo. El malestar acumulado durante las largas jornadas laborales se ha desplazado, por efecto de la gravedad, hacia mi pie derecho paralizándolo parcialmente. Mi imagen – apoyado en un paraguas para poder caminar – roza lo esperpéntico. Es por ello que, tras una corta pero productiva reunión con la dirección de Levi Pants, hemos decidido que mañana me quedo en casa para no dañar – todavía más- la imagen de la empresa.
No tengo, estos últimos días, demasiado tiempo para dedicarlo al ocio. De nuevo el visionado de series (“sexo en Nueva York” y “O.C.”) y la lectura (he acabado “El último catón” –entretenido y poco más-) han ocupado mi tiempo libre.
Tras el libro de Matilde Asensi me he reencontrado con Coetzee. Su “La edad de hierro” me ha cautivado desde la primera página.
Despedimos el jueves con una cena con los padres de María José en “La Chacha”. Hacía mucho que no nos veíamos y teníamos regalos pendientes. La vuelta a casa, a ritmo de paraguas, se convierte en un larguísimo paseo nocturno.

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