18 septiembre 2004

“Ignatius abrió El diario de un chico trabajador por la primera página intacta del cuaderno, pulsando de modo muy profesional el botón del bolígrafo. Pero el bolígrafo Levi Pants falló al primer intento y la punta volvió a perderse en el interior del cilindro de plástico. Ignatius presionó con más vigor, pero la punta se deslizó de nuevo díscolamente y desapareció. Tras romper furioso el bolígrafo en el borde de la mesa, Ignatius cogió uno de los lápices de Numismática Venus que había en el suelo. Sondeó el cerumen de los oídos con el lápiz, y empezó a concentrarse, oyendo los rumores de los preparativos de su madre para una velada en la bolera.”
John Kennedy Toole. La conjura de los necios.


DIARIO DE UN OCIOSO
viernes, 17 de septiembre de 2004


La jornada laboral llega a su fin y este hecho es recogido con una gran explosión de alegría por toda la plantilla de Levi Pants que, no contentos con dedicar su vida laboral a la innoble tarea de confeccionar pantalones por un precio irrisorio, han decidido dedicar parte de su tiempo de ocio a cimentar su relación de amistad con los compañeros de trabajo mediante un partido de fútbol y una posterior cena. No oculto que asistir a tan tentador evento ofrece atractivos para una mente en pleno proceso de idiotización laboral como es la mía, tras mes y medio de duro y alienador trabajo. Pero finalmente se impone el sentido común y me integro en el planeado fin de semana de “necesaria carga de pilas“ que he planeado en compañía de María José.
Ajustamos los últimos flecos del regalo que Rafa recibirá mañana y salimos a cenar. Mientras paseamos por el barrio desfilan ante nosotros muchas y tentadoras opciones (vivir en el centro tiene algunas ventajas) y al final acabamos en la barra (siempre concurrida) del Txakolín (Marqués de la Argentera, 19 Tel. 932681781) que, con el paso de los años, se ha convertido en el bar de “pintxos” vascos que más me gusta (su constante oferta de “pintxos” calientes siempre es tremendamente atractiva).
Ya en casa, mucho más pronto de lo que era de esperar, disfrutamos de un fantástico documental que nos obliga a reflexionar sobre los excedentes de producción y sobre el sin sentido que supone la sociedad de consumo. El documental nos lleva a plantearnos, una vez más, si no nos estaremos equivocando, si hay alternativa a la vida que llevamos, si realmente necesitamos consumir al ritmo en el que lo hacemos... mañana seguiremos pensando lo mismo que hoy... pero seguiremos consumiendo muy por encima de nuestras necesidades y, sobretodo, de los límites que nuestro entorno puede soportar... es difícil enfrontarse a nuestras contradicciones y aún es más difícil intentar salir de la rueda en la que estamos inmersos.
Otras noticias destacadas del día que ahora se acaba son que Pablo, desde Thailandia, me ha comunicado que ha tenido un sueño (un sueño extraño, lleno de premoniciones de un futuro que realmente era pasado pero que, con apariencia de realidad, era ficticio... yo, he de confesarlo, he entendido muy poco, pero el sueño o la realidad ficticia que tenía lugar al despertar del mismo ocurrió en 1957) y que sigo leyendo “Milenio Carvalho”, un libro que sabe a cocina mediterránea con regusto de despedida.

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