02 agosto 2004

“Tengo ganas de fiesta/ de que acabe el invierno/ de volver a nadar en el mar (...) seremos delfines o ballenas azules viviendo en el fondo del mar” Family. El bello verano. Un soplo en el corazón. Elefant Records 1993.

DIARIO DE UN OCIOSO
Viernes,30 de julio de 2004


Jueves. En Levi Pants suena la sirena que marca el final de la jornada. Su sonido es música para mis oídos. Me encuentro con María José en una de las salidas de la ciudad y partimos con destino a S’Agaro. Por el camino, como siempre, no paramos de hablar.
Al llegar vamos directamente a casa de Albert y Esther que nos han preparado la cena. También está Alonso, que trabaja en Strauss Pants y, con el que, no puedo dejar de hablar de gente a la que ambos conocemos (el mundo de la confección de pantalones es un mundo pequeño).
La cena está muy buena (sobretodo las patatas al horno con las que Albert nos sorprende), la noche es fresca y, en el porche de la casa, se está muy bien, pero estamos cansados y aún no hemos pasado por casa.
Al llegar al apartamento nos encontramos un regalo que nos dejó mi madres. Es un pequeño carrusel de madera en el que, al girar, suena la misma música que sonaba en una atracción del Magic Parc que me gustaba mucho cuando era pequeño. Recuerdos de infancia – relacionados con S’Agaro – comprimidos en un regalo para nuestro aniversario con el deseo de que nuestra “vida en común continúe con el mismo entendimiento, cariño, comprensión y alegría”.

Viernes. Nos levantamos y, después de desayunar en el balcón y pelearnos con las persianas bajamos hasta la playa. Hacía años que no iba a “Punta Prima” pero, quizás por que las playas son de los pocos lugares que no cambian demasiado, todo sigue igual.
Volver a nadar en el mar, descansar, dejarse querer por el sol... casi me había olvidado de lo bien que se está en la playa. Cuando el sol empieza a picar volvemos a casa y nos regalamos una estupenda siesta del carnero. Serán muy cortas... pero son nuestras vacaciones.
Comemos en el balcón y María José se va a ver una amiga mientras me quedo leyendo.
A las 7 y armado con nuestra pelota de básquet subo al Club. El Club son dos pistas de tenis, un frontón, una cancha de baloncesto y poco más, pero durante muchos veranos pasé horas y horas jugando aquí con los amigos. Ahora está algo abandonado pero la pista de básquet aún funciona. Después de unos cuantos intentos de enceste y cuando ya estoy cansado llegan Albert y Esther, que vienen con María y Laura y María José. Empiezan los 21. Pierdo el primero y gano el segundo pese a mi lamentable estadística de tiro. Llegan también Marta y Miquel y el Club empieza a parecerse al club de los veranos de nuestra infancia. Marta me gana el tercer 21 justo cuando María José aparece con provisiones líquidas.
Recuperamos fuerzas mientras María se lanza a perseguir las recién descubiertas pompas de jabón.

El sol ya se está poniendo pero aún hay tiempo para un baño rápido en Punta Prima. En la playa no hay casi nadie y la luna, roja en el horizonte, pone el broche al largo día. Un día que no me importaría repetir una y otra vez si me quedara “Atrapado en el tiempo”.

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