15 agosto 2004

“Qué cosa más absurda tener que escribir para comprender el día a día. Las palabras que hoy redacto cuando las leo mañana se me antojan como escritas por alguien ajeno. A veces me hacen reír. A veces me inquietan. Actúan sobre mí como un espejo. No puedo negar que las he escrito y veo con claridad entre sus líneas”
Sabino Méndez. “Corre, Rocker. Crónica personal de los ochenta”


DIARIO DE UN OCIOSO
Sábado, 14 de agosto de 2004


Tras cinco jornadas de despertares idénticos, me sorprende la novedad de un amanecer sin despertador. María José ya se ha levantado y me recibe con el desayuno preparado.
A media mañana, todavía anonadados por la cena de ayer en el camarote de los hermanos Marx, salimos de casa hacia el Montseny. Nuestro destino es Can Barrina (Tel. 938473065) un pequeño hotel situado en medio de la montaña (como diría Jordi P.: “en el puto medio de la nada”). Hace 8 años Mar y Carlos celebraron aquí su boda, nos alojamos aquí y nos gustó mucho.
Por suerte el hotel sigue siendo tan encantador como quedo fijado en nuestra memoria. A los cinco minutos de llegar ya estamos disfrutando de la piscina (desde la que se goza de una vista espectacular de las montañas vecinas).
Una vez instalados no nos apetece coger el coche y empezar a buscar un sitio donde comer. Decidimos no movernos de aquí y disfrutar al máximo de la paz y del espectacular paisaje que se nos ofrece.
El resto del día transcurrirá entre ratos de lectura (he acabado el libro de Sabino Méndez), siestas en el jardín junto a la piscina y en la habitación, baños y buenas comidas en el comedor del hotel).

Acabamos la cena en la terraza mirando el cielo estrellado (en el comedor hace un poco de calor). La tenue luz que nos rodea nos molesta un poco y bajamos hasta la zona de la piscina para, tumbados en las hamacas, poder mirar al cielo sin la interferencia de la luz. De fondo oímos la música suave que suena en la terraza del hotel, conversaciones y risas. Nos hemos puesto un jersey pero el fresco de la noche hace que, tras un rato dedicado a intentar encontrar las pocas estrellas que somos capaces de reconocer, nos retiremos a nuestra habitación.

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