25 enero 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
Domingo, 25 de enero de 2004


Una de las cosas malas de vivir en pareja es que las enfermedades, si son contagiosas, se viven dos veces. He contagiado mi extraña enfermedad a María José y hemos tenido que cancelar nuestros planes para el fin de semana (esa soñada paella al sol se ha convertido en un arrocito hervido entre mantas y termómetros).
Antes tuvimos tiempo de dar un fabuloso paseo por el barrio (hablando, riendo, haciendo fotos con la nueva Lomo de María José) y de ver un par de películas en el Imax. Es la primera vez que he ido al Imax y, seguramente, será la última. Una vez vista la gracia (la pantalla es muy grande y si te pones unas gafas no precisamente favorecedoras ves las cosas en tres dimensiones), no creo que pueda soportar más documentales con “guiones” penosos. Vimos dos reportajes cuya única gracia era el sistema de proyección (se llamaban “Australia” y “Los secretos del Titánic”), el segundo, el del Titánic, roza lo esperpéntico por su falta de contenido. El presunto clímax del reportaje es el rescate por parte de un robot submarino no tripulado de otro robot submarino no tripulado... fascinante y en 3D.
Ahora tengo que ir al trabajo. María José está mejor.

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