13 octubre 2003

DIARIO DE UN OCIOSO
Sábado 11 de octubre de 2003


Viernes. Llegamos a S’Agaro después de comer un bocadillo (de lomo con queso) en Sant Feliu. Lo primero es lo primero y... decidimos hacer una siesta.
Nos despertamos a las 21:30 y cenamos viendo un mix entre “Salvar al soldado Ryan” y el Memphis Grizzlies – FC Barcelona. La siesta ha sido reparadora pero no suficiente, tenemos que volver a la cama, es hora de dormir.
Acabo “Los asesinos” de Edward Burman (muy interesante, sobretodo el amplio estudio bibliográfico sobre la secta ismaelita) y empiezo a releer “A pleno sol” de Patricia Highsmith. He decidido, después de ver el otro día “El juego de Ripley”, leer los cinco libros de Ripley.

El sábado empieza temprano y con el piar de los pájaros de banda sonora. Me levanto y leo hasta que María José despierta. Vamos al Club Sant Pol y peloteamos un rato en la pista de tenis y en el frontón. Calificar nuestro estilo de patético sería pecar de indulgente. Volvemos a casa y desayunamos en el balcón. El gallo gilipollas del vecino sigue provocando, lo demás es silencio y pinos.
María José quiere comprarse un cdsg de Amaral y nos acercamos al Utopics de Platja d’Aro. No lo encontramos pero el local en cuestión es un Fnac disfrazado de cordero y nos atrapa con sus irresistibles redes. Cruzamos la puerta de salida, pocos minutos después, con un Peter Berling, dos Ellis Peters y un Douglas Preston – Lincoln Child... no tenemos remedio.
En Sant Feliu compramos una pelota de baloncesto (6 euros, no creo que sea la misma con la que juegan en la NBA, o al menos no viene firmada por Michael Jordan) y volvemos al Club. Dos “21” y un intento de rueda nos dejan destrozados. ¿Hace cuantos años que no juegas un “21”? Yo hacía mucho tiempo y he recuperado el sabor de tiempos pasados.

Vuelta a casa. Aperitivo leyendo El País y crucigrama de Mambrino (mientras el gallo del vecino – le auguro un futuro incierto si sigue así – sigue con su peculiar estilo consistente en cantar a todas horas).
Después de la siesta compramos una tarta de queso en La Ibicenca y marchamos hacia Palmaos. Jordi R. nos prepara la cena en su casa. En la mesa somos cinco (Carlos, Gina, Jordi, MJ y yo). Arroz negro delicioso, mucha cerveza, vino bueno y mejor conversación. A las dos, y pese a que Jordi tiene ganas de continuar, decidimos retirarnos. Duermo mal por el exceso de alcohol.

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