24 agosto 2003

DIARIO DE UN OCIOSO
Sábado, 23 de agosto de 2003


“...A lo largo de la historia y durante siglos el disfrute del tiempo de ocio ha sido un privilegio de las clases dominantes. Desde las primeras civilizaciones hasta prácticamente nuestros días, el ocio es uno de los rasgos característicos de los círculos más cercanos al poder político y económico...”
Santiago García Quintana. Pequeña Historia del Ocio. Buenos Aires 1958


Viernes. Escapo del trabajo y me regalo, en compañía de María José, una regeneradora sesión de video, pizza y sofá (una de las cumbres culturales de nuestra civilización). Alquilamos Al Otro Lado de la Cama. En la película, entretenida pero totalmente sobrevalorada y muy floja, una serie de actores que no saben cantar, destrozan, sin venir a cuento y sin ningún tipo de justificación, unas patéticas versiones de temas conocidos.

Sábado. Después de desayunar salimos de casa y cogemos el tren con destino Blanes. Hemos quedado allí con la familia de María José para hacer una barbacoa. Cordero, panceta, salchichas, chorizos y vino de Alella... todo delicioso. Celebramos varios cumpleaños (El de Pepe –el padre de María José, el de nuestros sobrinos –Alejandro y Joana (la de la segunda foto) - y el mío): pasteles, regalos, cumpleaños feliz a varias voces y fotos.



La vuelta a casa en tren resulta dantesca. La gente que vuelve de la playa inunda todos los rincones del tren con olores de difícil asimilación. Más difíciles de asimilar son los sonidos que emite alguno de los “loros” que nuestros compañeros de vagón llevan, cual piratas sin parche ni pata de palo, encima del hombro. Cuando una monja se sienta a nuestro lado y empieza a hablar de Dios con uno de los ya citados piratas decido que ya es suficiente y bajamos.
Estoy muy cansado. Hora de descansar y recuperar fuerzas. Mañana será otro día.

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